viernes, 7 de noviembre de 2014

Raíces de papel

Raíces de papel es una plataforma cultural creada en 2009 por Juan Calderón Matador y Javier Bueno.

Juan Calderón Matador es natural de Alburquerque (Badajoz). Empezó su andadura profesional como empleado de banco aunque reconoce que los números nunca fueron su vocación.
A los 9 años ya hizo sus pinitos como autor y director teatral, versionando para teatro los cuentos “Caperucita Roja” y “La cenicienta”.
Con 10 años fue a estudiar al Seminario Diocesano de Badajoz, donde formó parte de una rondalla y cuando había recepciones en el Seminario siempre le elegían para recitar poemas.
Su experiencia laboral comenzó a los 14 años en el Banco Español de Crédito, al que se incorporó como botones. A los 21, después de realizar el Servicio Militar, pidió el traslado a Madrid, donde ascendió profesionalmente y trabajó hasta la fecha de su prejubilación con 50 años. Entonces es cuando se le abren las puertas del universo artístico.
En Madrid, estudió arte Dramático y Música y se involucró en talleres literarios y de pintura.
En 1977 publica su primer libro de poesía, “Camino ancho, paso desolado” e inicia su actividad teatral.
Desde entonces se puede decir que ha hecho de todo, ha sido actor, cantante, compositor, poeta, pintor, director teatral, humorista… No hay faceta artística que se le resista.

Por su parte, Javier Bueno Jiménez, es un poeta, narrador, actor, artista plástico y fotógrafo. Ha estado a cargo de la Galería de Arte Albaquercus en Madrid por varios años. Tras el seudónimo de "Arvikis" desarrolla una gran actividad en las redes, donde ha desarrollado alrededor de veinte blogs especializados. Ha publicado los libros: Hoy he sabido que nacerás mujer, L'Amentos en otoño, Materlink y El orgasmo fluvial de Lolita Valor.

En este enlace http://raicesdepapel.blogspot.com.es/ podéis ver esta plataforma cultural, descargar sus revistas, leer microrrelatos …
Y como muestra os dejo este microrrelato titulado “Tardes de lluvia” de Javier Gómez Fernández (Sevilla)

Tardes de lluvia.

La tarde se ha metido en lluvia. Luis me llama para comunicarme que la partida de póquer se suspende, la tormenta los ha atemorizado. Cualquiera sale con la tardecita que hace.
La casa se me cae encima, así que,  a pesar de que sigue diluviando sin parar y que me han dejado solo, decido irme al cine. La película me daba igual, la determinará la cercanía de la sala. El cine más cercano está al final de la avenida, así que me pongo la gabardina y tomando el paragüas en la mano derecha, me lanzo a la aventura.
La sala está prácticamente vacía, somos pocos los que nos hemos atrevido. Cuando las luces están a punto de apagarse, la veo llegar. Se sienta a mi lado. Por supuesto, dejando dos butacas de separación. Nos cruzamos una fugaz mirada un segundo antes de que la sala quede a oscuras y dé comienzo la película.

Veinte años después, estoy sentado en el sofá junto a ella, esta vez sin separación. Nos cruzamos una mirada antes de que empiece la peli que echan esta noche en la tele. Ella apoya su cabeza en mi hombro, ha empezado a llover.

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