18 de diciembre, comida con los compañeros, resfriado del 10 …. no podía casi hablar (con lo que me gusta). Vaya rollo, fue lo primero que pensé, hasta que, por azares del destino, o por llegar tarde (como a menudo me ocurre), me senté en casi el único sitio libre que quedaba, en frente de alguien a quien no había visto nunca pero que me encantó conocer y me hizo muy agradable la que creía sería una comida que pasaría sin pena ni gloria: el padre Gianni Vettori, una persona encantadora, que ha colaborado con el instituto alguna vez.
Os cuento, este cura italiano pero afincado en Cáceres desde hace ya 30 años, nos estuvo contando sus experiencias con los sin techo de nuestra ciudad, sí, con esos con los que nos cruzamos por Cánovas y casi ni miramos. Pues sí, él se acerca a ellos, y ellos, por lo que contaba, al principio son un poco reacios a relacionarse con gente que les tiene apartados de la sociedad (léase todos nosotros), pero a él que ha conseguido su confianza, le aceptan, le quieren, le cuentan sus problemas, le piden ayuda, se ríen con él, a veces le meten en algún compromiso que otro… en fin, toda una aventura cada día con ellos.
Nos contó cómo ha visto morir a alguna de estas personas, sin nadie a su lado y cómo a veces las instituciones lo único que quieren es quitárselos de en medio, quien sabe si por culpa de la crisis, o simplemente por no generarse más problemas.
Este cura de risa contagiosa y charla animada, me hizo pensar en lo egoístas, poco cercanos y materialistas que somos, en lo poco que nos acercamos a los demás para ayudarles y en que es muy fácil decir que creemos en la igualdad y no queremos marginar a nadie, sí, ese discurso que suele estar en boca de todos, porque queda muy bien decirlo, pero luego casi nadie nos planteamos llevarlo a la práctica.
Quiero poner este post hoy, porque me parece que a veces es necesario saber que hay personas que viven para ayudar, que de verdad son buena gente, que se preocupan por los más desfavorecidos y viven por y para los demás, para sacar una sonrisa a gente que no tiene ya nada que perder, porque ha perdido todo, para dar la mano, o un abrazo a gente que está completamente desesperada por su situación y sólo con eso, aunque no puedan solucionarles los problemas, les reconfortan y consiguen que sigan luchando día a día por salir adelante. Gente como el Padre Gianni, que saben llegar a los demás y con su mirada tranquilizar y transmitir paz interior.
Pues bien, como el Padre Gianni tiene mucho que contar, intentaremos que se acerque algún día por aquí y nos cuente en primera persona sus experiencias, que seguro que a nadie dejan indiferente.
¡¡Encantada de conocerte, Gianni Vettori !! Te llamaremos.
Gianni, es una gran persona, es simpatico y amable y fue alumno suyo en mi etapa de los 90, hace poco lo ví en la Misa del Gallo, en Novebuena y lo ví igual, parece que el tiempo no pasa por él. Es una persona que podría venir a dar alguna conferencia o charla a los alumnos del Ágora, que fue también su casa, porque es muy motivador y podría darnos la visión que tiene hoy en día en nuestra sociedad, es una persona culta, le gusta tocar el acordeón, y tiene un grupo de reflexión en su domicilio habitual en la Plaza de la Concepción para quien se identifique con él y esta abierto a recibir y tener un tiempo para cada persona, yo tengo gratas experiencias con él hasta el punto que al dar el paso de casarme fui a su casa a buscarle para que fuera quien dirigiera la ceremonía, porque si un sentido tiene para mi la iglesia y el ser catolico, Gianni le daba ese sentido de mí fé y quería que fuera él quien sellase mi unión con mi pareja y fue testigo principal del evento.
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