Parece que está de
moda hablar de “Internet of Things”, o Internet de las cosas. Y lo
estamos notando más esta semana, en la que se está celebrando el Mobile World
Congress, en la ciudad de Barcelona. En todos los telediarios, radios y prensa
escrita, se habla de ello.
Pero ¿qué es eso
del “Internet de las cosas”? Para empezar es una tendencia que moverá ingentes
cantidades de dinero en los próximos años.
Básicamente lo que
se pretende es que estemos hiperconectados, que cada dispositivo que tengamos
en nuestro entorno esté dotado de una dirección IP y se pueda conectar con
todos los demás. Así que Internet saldrá de su redil, y se colará en todos
nuestros aparatos domésticos. Y no sólo me refiero a la lavadora y al
frigorífico, que era lo que hasta ahora sabíamos, sino que dispositivos como un
interruptor, una bombilla o un termostato, también estarán conectados a la red
de redes.
Así que, vamos a
tener que acostumbrarnos a que nuestro frigorífico nos avise de que se nos
están acabando las cervezas o tenemos pocos yogures, a que la luz del salón se
vuelva más tenue si estamos viendo una película romántica, que el robot de
cocina nos sugiera que cenemos una ensalada porque ya nos hemos pasado de
calorías por hoy, que el coche se refrigere o se caliente 15 minutos antes de
montar en él o las persianas de casa se bajen o suban desde el trabajo.
Como veis, estamos
pasando de la comunicación entre personas a la comunicación entre máquinas, lo
que ya se conoce como comunicación M2M o Machine to machine. Vamos, que a este
paso, para decirle algo a tu madre, padre, hijo o pareja antes se lo vamos a
tener que decir a un robot y que él se lo transmita.
Nos llenan de chips,
de conexiones wifi, de antenitas, de aparatos… y nosotros tan contentos. No es
que esté en contra de la tecnología, pero hasta estos extremos … me parece
hasta peligroso.
¿Qué pasa con las
relaciones humanas? ¿dónde ha quedado eso de salir con los amigos y no
preocuparse del móvil? Hoy en día no sabemos vivir sin móvil, vamos a un bar y
casi ni hablamos entre nosotros, pero estamos “hablando” con otra persona a
través de la red. ¿Es que nos gusta más hablar con una máquina?
Sí, será una vida
más cómoda, tendremos ciudades inteligentes, coches que aparcan solos,
frigoríficos que nos dicen lo que nos falta y gestores de nuestro estado de
ánimo… pero nuestras relaciones serán mucho más pobres. ¿No creéis que
deberíamos hacérnoslo mirar?
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