lunes, 26 de octubre de 2015

Una historia real

¿Qué os parecería si un día recibís una llamada telefónica y os dicen que vuestra vida ha sido un experimento?
Suena fuerte, ¿verdad? Pues esto, ha pasado en la vida real y es lo que os quiero contar hoy.
Pongámonos en situación: Año 1996, Hellen Thiesen, 52 años, está un día tranquilamente en su casa de Nuuk (Groenlandia) y recibe una llamada. Coge el teléfono y escucha la voz de una mujer que le dice algo así como: “¿Está sentada? Lo que va a escuchar, le va a dejar de piedra: su vida ha sido un experimento.”
Quien la llamaba, era una escritora que había estado estudiando documentos oficiales de hace aproximadamente 50 años de Dinamarca.
Hellen nació en Groenlandia, que como todos sabemos es una isla que está en el ártico, y pertenece al gobierno de Dinamarca. Cuando ella tenía 7 años, un día llegaron de Dinamarca unos señores que estuvieron hablando con su madre y le dijeron que su niña, Hellen era muy espabilada y candidata perfecta, por tanto, para formar parte de una campaña educativa especial.
"Mi mamá les dijo que no dos veces. Pero ellos siguieron presionando y diciendo que debía enviarme a Dinamarca, que era sólo por 6 meses. Que tendría la oportunidad de un futuro prometedor".
Así que finalmente, Hellen y otros 21 niños, partieron en un barco, rumbo a Dinamarca.
"Desde el barco miré a mi mamá y no pude ni decirle adiós con la mano. Estaba tan enojada. Simplemente dejé mis brazos abajo y pensé “¿Por qué me dejas ir?”. No entendíamos por qué nos estaban mandando lejos. ¿Qué nos esperaba? Todo era muy incierto.”

Ellos dicen que al llegar, los llevaron a un campamento de verano, pero en realidad era un centro de cuarentena, por si acaso traían alguna enfermedad, pues era la primera vez, que niños de Groenlandia iban a Dinamarca.
Semanas después, reparten a estos niños por hogares daneses, para que aprendan el idioma y las costumbres de Dinamarca.

Al año siguiente, 16 de los 22 niños, entre ellos Hellen, fueron enviados de vuelta a Groenlandia. Los 6 restantes fueron adoptados por sus familias de acogida danesas.
Hellen, cuando ya tenía 8 años, por tanto, llega de nuevo a Nuuk.
"Cuando el barco atracó en Nuuk, agarré mi maleta y corrí por el puente a los brazos de mi madre", dice Thiesen.
Empieza a contarle todo lo que había vivido durante ese último año, pero su madre no entiende nada, pues no habla danés. Esto para empezar, pero es que después, se los llevan a un orfanato, los vuelven a separar de sus familias, porque dicen que los niños que han sido educados en Dinamarca, no pueden irse con sus familias para que no se les olvide la educación de allí.  
Todo esto se explica porque el gobierno danés en colaboración con Save The Children, quiso ver qué pasaba si se llevaba niños de Groenlandia a Dinamarca, para “mejorarlos” porque pensaban, que la sociedad de Groenlandia era una sociedad atrasada.
La mejor manera de modernizar la isla era crear un nuevo tipo de groenlandés, decidieron las autoridades danesas.

Ahora Hellen entiende todo, ahora entiende que su madre, a pesar que al principio se resistió, al final y teniendo en cuenta que acababa de enviudar, y que tenía otros 3 hijos, acabó diciéndoles a esos señores que sí, que permitía que se llevaran a su hija Hellen, pensando que estaba haciendo lo mejora para ella.

Hellen Thisen tiene ahora 71 años, vive en Dinamarca, y cuenta que en 2009 recibió una carta de Save de Children pidiéndole perdón por haber arruinado su vida.

Pues bien, esto, lejos de servir como modelo para el cambio cultural en Groenlandia, fue un gran fracaso, los niños terminaron como un pequeño grupo, sin raíces y marginados en la periferia de su propia sociedad. Varios de ellos se convirtieron en alcohólicos y murieron jóvenes.

Esta historia, con más detalles, está sacada de un artículo que se publicaba en junio de 2015. Aquí podéis leerla entera:

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