¿Qué
os parecería si un día recibís una llamada telefónica y os dicen que vuestra
vida ha sido un experimento?
Suena
fuerte, ¿verdad? Pues esto, ha pasado en la vida real y es lo que os quiero
contar hoy.
Pongámonos
en situación: Año 1996, Hellen Thiesen, 52 años, está un día tranquilamente en
su casa de Nuuk (Groenlandia) y recibe una llamada. Coge el teléfono y escucha
la voz de una mujer que le dice algo así como: “¿Está sentada? Lo que va a
escuchar, le va a dejar de piedra: su vida ha sido un experimento.”
Quien
la llamaba, era una escritora que había estado estudiando documentos oficiales
de hace aproximadamente 50 años de Dinamarca.
Hellen
nació en Groenlandia, que como todos sabemos es una isla que está en el ártico,
y pertenece al gobierno de Dinamarca. Cuando ella tenía 7 años, un día llegaron
de Dinamarca unos señores que estuvieron hablando con su madre y le dijeron que
su niña, Hellen era muy espabilada y candidata perfecta, por tanto, para formar
parte de una campaña educativa especial.
"Mi mamá les dijo que no
dos veces. Pero ellos siguieron presionando y diciendo que debía enviarme a
Dinamarca, que era sólo por 6 meses. Que tendría la oportunidad de un futuro
prometedor".
Así que finalmente, Hellen y
otros 21 niños, partieron en un barco, rumbo a Dinamarca.
"Desde el barco miré a mi
mamá y no pude ni decirle adiós con la mano. Estaba tan enojada. Simplemente
dejé mis brazos abajo y pensé “¿Por qué me dejas ir?”. No entendíamos por qué
nos estaban mandando lejos. ¿Qué nos esperaba? Todo era muy incierto.”
Ellos
dicen que al llegar, los llevaron a un campamento de verano, pero en realidad
era un centro de cuarentena, por si acaso traían alguna enfermedad, pues era la
primera vez, que niños de Groenlandia iban a Dinamarca.
Semanas
después, reparten a estos niños por hogares daneses, para que aprendan el
idioma y las costumbres de Dinamarca.
Al
año siguiente, 16 de los 22 niños, entre ellos Hellen, fueron enviados de
vuelta a Groenlandia. Los 6 restantes fueron adoptados por
sus familias de acogida danesas.
Hellen,
cuando ya tenía 8 años, por tanto, llega de nuevo a Nuuk.
"Cuando el barco atracó
en Nuuk, agarré mi maleta y corrí por el puente a los brazos de mi madre",
dice Thiesen.
Empieza
a contarle todo lo que había vivido durante ese último año, pero su madre no
entiende nada, pues no habla danés. Esto para empezar, pero es que después, se
los llevan a un orfanato, los vuelven a separar de sus familias, porque dicen
que los niños que han sido educados en Dinamarca, no pueden irse con sus
familias para que no se les olvide la educación de allí.
Todo
esto se explica porque el gobierno danés en colaboración con Save The Children,
quiso ver qué pasaba si se llevaba niños de Groenlandia a Dinamarca, para
“mejorarlos” porque pensaban, que la sociedad de Groenlandia era una sociedad
atrasada.
La
mejor manera de modernizar la isla era crear un nuevo tipo de groenlandés,
decidieron las autoridades danesas.
Ahora
Hellen entiende todo, ahora entiende que su madre, a pesar que al principio se
resistió, al final y teniendo en cuenta que acababa de enviudar, y que tenía
otros 3 hijos, acabó diciéndoles a esos señores que sí, que permitía que se
llevaran a su hija Hellen, pensando que estaba haciendo lo mejora para ella.
Hellen
Thisen tiene ahora 71 años, vive en Dinamarca, y cuenta que en 2009 recibió una
carta de Save de Children pidiéndole perdón por haber arruinado su vida.
Pues
bien, esto, lejos de servir como modelo para el cambio cultural en Groenlandia,
fue un gran fracaso, los niños terminaron como un pequeño grupo, sin raíces y
marginados en la periferia de su propia sociedad. Varios de ellos se
convirtieron en alcohólicos y murieron jóvenes.
Esta
historia, con más detalles, está sacada de un artículo que se publicaba en junio
de 2015. Aquí podéis leerla entera:
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